domingo, 11 de diciembre de 2011

Secreto a voces. Concierto de María San Felipe en el Daniel Ayala


Conrado Roche Reyes
Secreto a voces. Concierto de María San Felipe en el Daniel Ayala
Anoche escuchamos una voz de una madurez como hacía mucho no teníamos el gusto de oír. Madurez en el sentido estilístico que es el sello distintivo de esta singular y excelente cantante. A mí, sin ver, me ponen un disco o escucho nada más cantar a una mujer y sé de inmediato que se trata de alguien nacida en estas tierras. Casi la generalidad tiene un timbre y un pujidito muy similar, son más o menos del mismo modo de interpretar. Por eso digo que esta mujer, hermosísimo rostro enmarcado por blonda cabellera, se sale de lo que tenemos como norma entre las cantantes yucatecas. María San Felipe tiene un color o timbre que significa lo mismo de voz muy singular. Quien no me dijese que es orgullosamente yucateca, pasaría por una voz de talla internacional, y es que tiene eso que a muchos falta y es tan difícil de conseguir: estilo y clase. Clase, que viene de clásico, aunque no en el sentido fónico; ella tiene clase en las cuerdas vocales, en el andar, en el modo de mover las manos, en su manera de sentarse, en su persona total y, especialmente, en su manera de cantar.
El concierto lo inició María con un vestido largo de color rojo encendido, como la llama del amor que tienen sus interpretaciones. Acompañada de un grupazo cantó dos canciones de su inspiración: “Contigo” y “Duerme”, siguiendo con varias melodías muy en su personal manera de cantar, casi al oído en ocasiones y elevándose de pasión en otras. Durante el intermedio, que no tuvo nada de aburrido, el grupo de acompañamiento nos deleitó con una especie de improvisación jazzística.
La cantante retornó a escena vestida ahora de verde. Ambos vestidos entallados resaltaron su esbelta así como bella figura. Se nota a leguas que es una mujer de carácter, ya que en esta segunda parte, la del vestido verde, se desenvolvió y nos envolvió entre las notas de sus altas notas y sus movimientos exactos, en especial las manos y la expresión facial que transmitía la alegría, tristeza, amor y desamor de lo que en ese momento estaba interpretando. Cantó: “Quien será”, “Quizá”, “Tengo ganas”, un arreglo de “Tu nombre me sabe a hierba”, etc., todas en su sitio exacto, a la hora exacta, con los rabelesianos tonos de voz de María. Tal parece que el verde es un color que le va, ya que a partir de vestirse de color esperanza, ésta se convirtió en esplendorosa realidad. ¡Qué voz, qué estilo, qué pasión, qué expresividad de mujer! Quizás le falta explorar un poco más en sus actuaciones la innata sensualidad que lleva en el cuerpo y en la pícara y… penetrante mirada y sonrisa. Como dijimos, los compositores escogidos fueron Aída María Borges, Daniel Santos-Osvaldo Farrés, Roberto CAAMAL (sacerdote), Joan Manuel Serrat, y otros de lo mejorcito; este es otro plus a favor de la cantante, el magnífico repertorio escogido. Además, nos deleitó a dúo con Gina Osorno y Andrés Tinoco. Mención aparte merece el grupo conformado por Kike Baquedano, teclados; Salvador Fomento, guitarra; Pepe Ballote, saxofón; Jorge Navarro, batería; Julián López, percusión; Pedro Carlos Herrera, piano; y Eric Jacinek, EL MEJOR BAJISTA QUE TENEMOS EN LA CIUDAD. Ya quisiera cualquier virtuoso monstruo del rock presuntuoso tocar con la certeza, la humildad bien entendida de un buen bajista, la precisión y el lleno, es decir, el colchón tan agradable que da a los demás músicos y… ¡base!
Felicitaciones, María San Felipe, que tomó su nombre de su lugar de nacimiento: el puerto de San Felipe. Nos agradaría sobremanera volver a escuchar a esta magnifica y solvente ¡CANTANTE!
Por Esto! YUCATÁN.

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